sábado, 4 de diciembre de 2010

La motivación encontrando el sentido profundo de nuestro trabajo


¿Qué es realmente el trabajo? La mayoría de las personas lo toma como una obligación impuesta por la necesidad, para ganarse la vida, para ganar dinero con el que atender a sus necesidades o por un más o menos definido sentido vocacional.
Sin embargo, cabe interpretar el trabajo de manera bien diferente. El trabajo es, o ha de ser, la expresión creativa y espontánea de nuestro ser profundo. Trabajar es expresar las capacidades que tenemos dentro, es un medio para desarrollar nuestro potencial.
La fuerza interior es la que nos mueve
No es un castigo, ni un exclusivo medio de ganarse la vida. Es un medio para expresar lo que somos, para desarrollarnos y para llegar a ser uno mismo. Podemos verlo sólo como castigo si creemos que, siguiendo la explicación bíblica, seguimos fuera del paraíso, que vivimos y viviremos, hasta morir, en una conciencia elemental, limitada, inconsciente y sin remisión posible… Pero si cada uno descubre y acepta que puede descubrir y reconocer el potencial de desarrollo de su propia e ilimitada identidad espiritual, que estamos aquí precisamente para descubrirla, sea cual sea el alcance que queramos darle, entonces podrá concebir que el trabajo es una manera de expresar su potencial interior. No se trata de qué hacemos trabajando, sino de cómo lo hacemos, de qué sentido da uno a lo que hace, y eso es independiente del tipo de trabajo que uno desarrolla según las circunstancias de su vida.
El trabajo que nos puede motivar, en un sentido práctico, ha de ser la expresión de la genuina vocación de uno mismo, la capacidad de expresar lo mejor de sí mismo manualmente, intelectualmente o de la forma que sea. Lo que más nos motiva, lo que más satisfacción nos produce es expresar lo que uno vive como más genuino, propio y auténtico.
Además, este sentido de vocación y expresión de uno mismo, debe ir acompañado de un espíritu de servicio y de utilidad para los demás, para la sociedad, sean los clientes o los ciudadanos. Entonces me expresaré, no solo a mí mismo, sino que además lo haré sintiéndome útil a los demás.
Es sólo desde esta perspectiva, vivida profundamente, sin subterfugios inconscientes, desde la que el dinero que recibamos por nuestro trabajo tendrá un sentido no tanto por la cantidad, como por la calidad del significado que nosotros aportamos a nuestro trabajo, mediante:
     - nuestra vocación,
     - nuestro espíritu de servicio y
     - los valores que nos impulsen y nos motiven. 
Al mismo tiempo, por otra parte, sólo desde esta triple perspectiva, es como se descubrirán las oportunidades económicas que nos brinda la vida, que de otra manera no veremos. Son nuestra riqueza y nuestro desarrollo interior, los que nos proporcionarán la riqueza exterior que sintamos que nos es necesaria. Si nos obsesionamos por el dinero como el fin de nuestra vida y nuestro trabajo, solo encontraremos insatisfacción interior en el mismo y, paradójicamente además, no encontraremos el dinero que deseamos, al haber bloqueado y limitado nuestras capacidades y el pleno desarrollo de nuestro potencial.

1 comentario:

  1. Muy interesante tu post, Carlos. Eso sí, lo veo muy circunscrito a trabajos creativos, interesantes y con alta compensación económica y social.
    No me sirve mucho en trabajos alienantes, repetitivos, de contrato-basura, etc.
    Aunque lo primero también se me cae el argumento con los famosos controladores aéreos, tan en boga actualmente. Pero con estos personajes creo que habría que hablar de falta de profesionalidad.
    Te recuerdo que mi enlace en tu lista de blogs funciona pero dice que hace 3 años y no dice el título de mi último post. Mira a ver si tiene arreglo, porfa.
    Saludos

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